Restituyen el mes de abril a Sabina

Trevor Miles

Tras 19 días y 500 noches desaparecido, una dama de poncho rojo ha devuelto el mes de abril a Joaquín Sabina. La situación era absurda como un belga por soleares. «No soy un fulano con la lágrima fácil, de esos que se quejan solo por vicio, pero me siento vacío como una isla sin Robinson. ¿Saben? Le tenía mucho cariño, lo guardaba en un cajón donde guardo el corazón. Recuerdo a los rateros, no pasaba de los veinte el mayor de los tres chicos; era un noche cualquiera, puede ser que fuera martes… Estoy bien, al menos eso creo, y sin embargo, cuando duermo sin ti, contigo sueño. Ay, abril, cómo pudo sucederme a mí. Así estoy yo sin ti», declaró el cantante tras el suceso.

Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido. El genial autor se dedicó a ver películas de romanos, ya no quería un amor civilizado, de modo que regresó a la maldición del cajón sin su ropa, a la perdición de los bares de copas, a las cenicientas de saldo y esquina, y, por esas ventas del fino La Ina, pagando las cuentas de gente sin alma que pierde la calma con la cocaína.

Hasta que la semana pasada, la policía, mucha mucha policía, arrestó al autor del robo: un pirata cojo con pata de palo, con parche en el ojo, con cara de malo. «Fue en un pueblo con mar una noche después de un concierto. Habíamos visto visto al ladrón apedrear una sucursal del Banco Hispanoamericano y comenzamos a seguirlo. Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres, hasta que le detuvimos al amanecer, asomado al balcón de sus ojos de gata», detalla el comisario Urquijo a los periodistas. «Pero cómo explicar que me vuelvo vulgar cuando dejo de ser comisario», prosigue pausado, rítmico, susurrando tristeza.

Tras la feliz noticia, Joaquín ha manifestado: «Lo que yo quiero, corazón cobarde, es que mueras por mí».