Trevor Miles
Avistan un ciclista con reloj que cumple las normas básicas de tráfico y de convivencia en un barrio modernito de Madrid. «Según me aproximaba al paso de peatones de ahí detrás, ande la panadería de la Ana Mari, observé una bicicleta tripulada que cruzó de una acera a otra de forma correcta, a menos de 100 Km/h y sin arrojar superioridad moral por los ojos al conductor del vehículo que se detuvo para permitirle el paso», narra Pedro Gordo, vecino descubridor de esta rara avis. El hallazgo se produce tres meses después de que Phillip Campbell, director de Nature, oficializase la extinción de esta especie, con las redes sociales inundadas por mensajes de respeto a los ciclistas y la sociedad amedrentada, sin atreverse a reclamarles reciprocidad en el comportamiento por miedo a represalias.
Algunos individuos más que vieron al ciclista afirman que respetó dos semáforos y cuatro señales de ceda el paso. La Guardia Civil realizó pruebas de alcoholemia y drogas a los testigos para descartar que se tratase de una alucinación. «Le vi bajar por la calle Embajadores, pero ¡ojo!, en el sentido correcto. Al llegar a Santa María de la Cabeza se pasó a la acera y llegó hasta casi la M-30 sin acometer a ningún peatón y circulando a una velocidad moderada» afirma Severo, conductor de autobuses de la EMT desde hace treinta y cinco años, con lagrimones de felicidad cayéndole por el rostro.
Agentes del ICONA han capturado esta joya de la naturaleza, lo han anillado, analizado y le han colocado un transmisor para realizar un correcto seguimiento de sus hábitos. Los primeros datos que se han hecho públicos confirman un bajo índice de hipocresía, de demagogia, un hematocrito por debajo del 50% y unos valores normales de colesterol. Se ha revelado que el sujeto realiza una dieta equilibrada, no toma suplementos alimenticios e ingiere gluten, lactosa y grasas y proteínas de origen animal. Lo que confirma que no niega la realidad ni ha renunciado a miles de años de evolución.
Las servilletas son para el verano 