Sufragio universal

Paco Sánchez – 22 de mayo de 2015

Lo primero que ven María y su hijo al entrar al nuevo dispensario es a la señorita Vermalen sentada tras el mostrador con una bata blanca en cuyo bolsillo se sujetan tres rotuladores: uno rojo, uno amarillo y uno azul; aunque atesora más en una caja de madera que antes había albergado cigarros puros en Rusia. Informa, llama, cita y despacha sin contemplaciones a los pacientes mientras esboza dinosaurios en pañuelos de papel. María no se atreve a preguntarle y deduce que la sala de espera de su médico es la única que no está vallada con rejas.dinosaurios

—¡María Albadalejo, María Albadalejo, consulta marrón, por favor, consulta marrón! No se olvide del crío que está hocicando en la papelera —anuncia la señorita Vermalen con voz megafonal sin necesidad de utilizar ningún transductor electroacústico pese a que la sala de espera está abarrotada—. El resto vayan encendiendo sus cigarrillos y no olviden depositar su escasa inteligencia en el contenedor homeopático ubicado a tal efecto en el primer fondo de la derecha si quieren ser atendidos.

—Señorita Vermalen —interpela una anciana con voz temblorosa que lleva esperando desde tres meses antes de caer enferma–, yo voy antes, ¡coñe!

—Vestusta señora de pelo morado, ¿usted se me retrotrae por las noches después de cenar? —inquiere con energía la señorita Vermalen.

—No, señorita, pero tengo la casa limpia como el jaspe.

—¡Pues se me vaya retrotrayendo ya! —zanja la ínclita Vermalen.

María ase a su hijo por la sisa y se encamina hacia la consulta. Esta vez entra por la puerta.

—¡Hombre, María, cuánto tiempo! ¿Qué le trae por aquí? Demonios, está horrible. ¿Viene por lo de su cara o por el crío ese tan feo que sostiene?

—¡Ay doctor Rino! —se lamenta María según deja caer a su hijo contra el suelo—. Vengo por el niñato este que me ha enviado el Señor. Estoy ya malísima de los nervios.

—Tranquila, María, todo tiene solución —comenta el doctor sin poder evitar que se le escape una sonrisa irónica—. A ver ¿qué le ocurre al imbécil de su hijo, además de lo obvio?

—Mire usted, pues resulta de que el idiota me ha pillao una pirólisis. Así, como se lo cuento; me se fue el viernes de excursión con el colegio a una central solar fotovoltaica de esas tan brillantes que hay ahora por fuera y me ha vuelto de esta guisa. Mire que le llevamos a un colegio de monjas para que no pasen estas cosas, pues nada, pirólisis al canto, ¡y en toda la frente! Yo y mi marido ya no sabemos qué más de rezar.

—Entiendo… ¿Qué edad tiene el inepto?

—Ocho pa nueve en julio, el vintisiete. Ma cuerdo de que tuvo que acercame al sanatorio mi hermano porque mi Manolo estaba viendo el fúrbol y…

—¡Pare, pare, deficiente vital! ¿Su hijo bebe alcohol de forma habitual?

—No.

—¿Ni siquiera los sábados por la noche?

—Ay no, doctor Rino, ya sé que está mal, pero es que mi esposo se pasa el día entero donando órganos en cautividad, yo reciclando materiales y no tenemos tiempo de darle de beber al mierda niño. Luego los fines de semana me se pone el Manolo a hacer cucigramas y jelogríficos como un loco, yo voy a la parroquia a ayudar a los más nesecitados y no podemos achisparlo como Dios manda.

—Así no podemos seguir, María. Por la mañana debe procurarle una copita de coñac. Si está rebelde, dos. A mediodía, chupito de anís. Y por la noche, vino tinto a discreción, ya que mejora el sueño. Si advierte que  tuerce el gesto con el vino, ofrézcale quina Santa Catalina, que es medicina y es golosina. Tampoco olvide el tabaquismo, es muy importante. En su estado actual, es probable que el niño ya no sufra ni asma. Sea fuerte, María, se empieza por no observar las normas más elementales de conducta y se termina haciendo deporte con regularidad.

—¿Y si me se resiste, qué hago, doctor?

—La fuerza, María, emplee la fuerza. Sin contemplaciones. Ahora cuando salga vaya al mostrador y pida cita a la señorita Vermalen para dentro de dos meses. Cuidado al salir no tropiece con el mamporrero que tengo lamiendo esquinas.  En la próxima visita evaluaré la situación y, si no cambia su actitud y no veo una clara mejoría en el imberbe abobado, me veré obligado a retirarle el derecho al voto.

Publicado en El Reverso

2 Comentarios

  1. Víctor J. Sanz

    Paco, me guardé la lectura de este texto para hoy lunes, porque sabía que sería el mejor comienzo de semana que podía esperar y así ha sido. Este lunes ha sido asido por la pechera y zarandeado hasta que ha soltado toda la bilis y una solicitud-ruego de escarnio público con póliza redonda incluida.

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